lunes, 19 de septiembre de 2016

Libro: Los animales fruteros. Autor: Celso Román

UNIVERSIDAD DE LOS LLANOS
Reseña Analítica
Profesora: Martha Janneth Ibáñez Pacheco
UNILLANOS
PEDAGOGÍA INFANTIL (LITERATURA INFANTIL)
Fecha
15 de septiembre de 2016
Elaborada por
Jenniffer Dueñas
Código: 191102910

Referencia bibliográfica: Los animales fruteros, Celso Román.Panamericana, 1996


Palabras Clave: Animales, frutas, piñero, cuerpo, nutrición, alma, platanero, canasto, mercado, supervivencia, duraznero.

Descripción: Los animales fruteros son especialistas mimetizando.
Para pasar inadvertidos, se ocultan entre las frutas y consiguen parecerse mucho a ellas, que algunas personas los confunden y se los llevan a su casa entre la canasta del mercado. Al sagaz Platanero, cuya importante destreza es la supervivencia, le gusta pasar imprudente, pintado como un tigrillo, entre los bananos que comienzan a madurar.
En cambio a la Papayera, su enorme espesor le ha llevado la misma dificultad que a los elefantes, los hipopótamos y las resignadas ballenas: nadie los deja en paz.
Cada uno de estos tímidos y asustadizos seres cuando es comido aporta valores nutritivos para el cuerpo y para el alma.
Análisis Crítico:
Cuando alguien escucha una voz, con frecuencia sabe si esa persona está lejos o cerca. De la misma forma, uno sabe que cuando una pelota rueda debajo del sofá sigue existiendo.
El psicólogo evolutivo suizo Jean Piaget llamó a este principio “permanencia del objeto”. Sugirió que los bebés se pasan los dos primeros años de sus vidas entendiéndolo. Estos dos años son el cenit de dónde está el bebé.
Visto de esta manera, el juego no es sólo una broma, sino que ayuda a los bebés a probar y volver a probar un principio de la existencia básico: las cosas siguen estando presentes incluso cuando no están a la vista.
El juego a las escondidas usa la estructura fundamental de toda buena broma: la sorpresa, equilibrada con la expectación.
Los investigadores Gerrod Parrott y Henry Gleitman lo demostraron en pruebas que involucraban a un grupo de bebés de seis, siete y ocho meses y que suena demasiado divertido como para ser un experimento psicológico.
La mayor parte del tiempo, el juego a escondidas se hizo de una forma común. Sin embargo, en algunas ocasiones, el adulto se escondió y reapareció en forma de otro adulto o se escondió y reapareció en otro lugar.









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